LO QUE ME ENSEÑÓ VOLVER AL MAR

A ratos entro a competir conmigo misma y siempre salgo perdiendo. No soy experta en vivir, ni tengo PhD en temporalidad y por eso casi siempre me debato entre culpas del pasado y miedos por cosas que aún no llegan. 

He cargado cosas de significados que no tenían, hice que momentos que debieron quedarse solo en eso fueran algo más. En realidad, lo forcé más de lo que lo hicieron Selena y Justin. Lloré por manes que en realidad nunca fueron amores, dejé de escuchar lo que me pedía mi cuerpo, pero no las opiniones que otros tenían de él. 

Después busqué culpables, amores y placebos afuera porque adentro el territorio era inexplorado. Intenté encontrar leyes universales: “el man va a volver porque todos lo hacen”, “todo esto se le va a devolver”, “necesito un novio para estar completa”, “las cosas que valen la pena solo se consiguen a través del sacrificio”, “la gente buena no actúa así”, “si me aguanto todo esto, se va a quedar conmigo”. 

Intenté dividir el mundo en el bando de los buenos y los malos. Fui tan egoísta que pensé que las personas se definían únicamente por la relación que tenían conmigo. Creí que sabía lo que los demás merecían, y sobre todo que los entendía perfectamente para poder hacer un juicio sobre cuál debía ser su suerte.

Y a medida que me llenaba de “razones” y “superioridad moral”, me olvidaba cada vez más de mí. Tal vez solo lo hice porque tenía mil indirectas para mí misma que no sabía cómo hacerme llegar y solo quería un novio para ser dependiente emocionalmente y tener alguien a quien responsabilizar de mí y poder seguir con mi hobby favorito como buena mujer con sol en Libra: evadir la toma de decisiones. 

Lo bueno de que alguien se haya comido un murciélago casi crudo es que ahora sé que la vida no se limita a los compromisos a largo plazo. La realidad es demasiado maleable, y sobre lo maleable no se construye: se navega. Por eso estoy intentando ir a mi ritmo, y me hago preguntas como por qué como tan rápido (casi sin masticar), me levanto de la cama sin pensar en mi espalda, tengo la necesidad de agarrar el celular cada 5 minutos o creo que comprando ciertos objetos mis problemas van a desaparecer. 

Intento ir liviana: aprendí a ver atardeceres, a emborracharme sin llorar, a besar sin esperar casarme y tener ocho hijos, a no dañarme las fiestas porque pusieron una canción que no me gusta (ahora las bailo y me río de ellas). Aprendí que mis amigas solo cumplen una vez al año y no me va a pasar nada malo si me como la torta. 

Ahora entendí que soy pequeña sin sentirme insignificante por eso. Sé que no todo depende de mí, y que el destino obra a su ritmo y al de las elecciones de los demás, porque Dios tiene cosas mucho más importantes que hacer para estarme stalkeándonos a mis bobadas y a mí.

@sussierave castro
susanaravec@gmail.com

CEO de las cosas rosadas y brillantes

12 Comentarios
  • Isidro Garzón
    Publicado a las 15:07h, 20 noviembre Responder

    Es placentero leer cuando esa lectura produce ánimos de búsqueda interpretativa,maravilloso ensayo literario.

  • Cristobal
    Publicado a las 09:53h, 21 noviembre Responder

    Exelente eres un ser humano unico animo

  • Andréa
    Publicado a las 18:46h, 22 noviembre Responder

    Peque te mereces todo lo bello , aquí tienes otra historia por contar ,

  • Melissa
    Publicado a las 21:36h, 17 febrero Responder

    No sabes cuánto necesitaba leer esto!!!

  • Sofia
    Publicado a las 21:25h, 13 abril Responder

    Hola!!! encontre el blog por casualidad y esto es tan puro que me diste inspiracion para crear un blog. Sigue siendo tu y sigue inspirando!!!

    • sussie
      Publicado a las 23:18h, 16 agosto Responder

      qué divinaaaa me encantaaaaaaaaa, gracias! te irá súper

  • Alexa jaimes
    Publicado a las 13:54h, 10 enero Responder

    Inspirador 💜💜

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